Cuando los pensamientos intrusos se convierten en obsesiones patológicas

Empujar por una portezuela a la novia mientras el coche
está en movimiento puede ser un pensamiento perturbador
 para alguien con TOC, por lo que evitaría a toda costa esa
situación.
Existen diversos aspectos por los que se pueden considerar patológicos los pensamientos intrusos obsesivos. Así, por ejemplo, mientras que los pensamientos intrusivos normales (queda claro que todos tenemos este tipo de pensamientos por lo que se consideran normales) tienen una frecuencia de aparición relativamente baja. En los pensamientos patológicos o pensamientos obsesivos, por el contrario, la frecuencia de aparición es alta y significativa.


Otra diferencia importante es que la persona con pensamientos intrusivos no se siente especialmente molesta por tenerlos, y puede aceptarlos de buena gana y sin mayor dificultades, en tanto que aquellos con pensamientos obsesivos les resulta muy difícil, si no imposible, aceptarlos sin más.

Pensar, por ejemplo, en que el motor del coche que conducimos podría fallar en cualquier momento resultaría algo normal para cualquiera que tenga que hacer un viaje extenso. La idea de un incidente podría volver a su cabeza incluso en varias ocasiones antes de emprender el viaje, pero a diferencia de aquel que padece de una obsesión, no tendría la necesidad de controlar ese pensamiento, ya que sabe que su vehículo está en buen estado y es muy poco probable que ocurra un percance.

El pensamiento obsesivo no sólo volverá una y otra vez, sino la persona sentirá la necesidad de hacer efectiva la revisión (o el ritual), lo cual, lejos de disminuir la intensidad de sus pensamientos la incrementará, reforzando la duda y preocupación. En el ejemplo, el simple hecho de abrir la cajuela del auto y revisar el motor no aclarará en absoluto la duda persistente.

Lo que hace difícil lidiar con los pensamientos obsesivos, a diferencia de las intromisiones comunes, es la carga emotiva que se asocia a la obsesión. La duda genera preocupación, y un estado emocional incómodo, un estado de angustia y ansiedad que a la persona le resulta difícil identificar. Ese malestar, por otro lado, puede pasar desapercibido para algunos y volverse inconsciente. En estos casos el mal humor y las malas actitudes le dan un matiz problemático a una situación que en realidad no representa ningún problema real.

Otro aspecto que caracteriza la situación es la aparición de un sentimiento de culpa. La culpa se genera a partir de una responsabilidad auto-impuesta innecesariamente sobre las consecuencias o las propias acciones (por eje, en el caso del coche, por no haber “revisado” el motor lo suficiente). Así mismo puede existir una relación de “pensamiento mágico” en la que se considera que por el hecho de pensar repetidamente sobre la posibilidad de un acontecimiento desagradable (o no realizar un ritual que supuestamente evita tal acontecimiento) este, efectivamente, va a suceder en el futuro. En este sentido, las personas con TOC pueden también ser bastante supersticiosas.

Otra fuente de culpa radica en lo que los psicólogos llamamos “fusión pensamiento-acción”, muy parecido al pensamiento mágico pero con la creencia de que por el hecho de pensar lo que se piensa, por ejemplo, “empujar a su novia por una portezuela mientras el coche está en movimiento”, generará la preocupación de hacerlo realmente. Ahora, la persona ya no sólo se preocupa de lo que piensa, sino también de sus posibles acciones. Esto provoca un comportamiento de evitación en todo aquello que implique el riesgo de actuar o sufrir las consecuencias.

En los pensamientos intrusos, aunque la persona piensa en cosas absurdas o contrarias a sus valores y deseos, la persona no siente la necesidad de controlar esos pensamientos, no se resiste a ellos, y tampoco siente culpa o remordimiento. Los significativo o relevante que pueda ser un pensamiento es el punto de quiebre entre un pensamiento intruso y un pensamiento obsesivo. Las intromisiones del pensamiento, no obstante, pueden en algunos casos volverse en nuestra contra.

Egodistonia y TOC

Otra diferencia entre los pensamientos intrusos y obsesivos estriba en la forma en que las ideas aparecen. Mientras que en personas normales los pensamientos aparecen de forma breve o de tipo "flash", en los TOC o de pensamiento obsesivo surge de forma continua y persistente, de manera que provoca una constante interferencia en las actividades normales de la persona.


La egodistonía en estas personas se refiere a la incongruencia ante las propias creencias y valores. Los pensamientos obsesivos, que implican muchas veces actitudes o situaciones embarazosas como gritar en medio de un sermón religioso o pensar clavarle un cuchillo a alguien en la espalda, pueden afectar tanto a la persona que decida tomar medidas extremas con el propósito de limitar ese pensamiento.