Las crisis de angustia (ver los síntomas de la crisis de angustia) pueden aparecer en otros trastornos de ansiedad (p. ej. fobia social, trastorno de estrés postraumático, trastorno de angustia, trastorno por estrés agudo, o fobia específica), así como en la depresión, o bien, en personas normales que no presentan ningún síntoma de psicopatología
Para poder diferenciar una crisis
de angustia de todos estos trastornos (que pueden aparecer
asociados) es importante especificar el contexto en que se presenta.
Según las investigaciones existen tres tipos de situaciones.
Tres
tipos de crisis de angustia
Según el DSM se distinguen tres tipos
de angustia: inesperadas, situacionales y predispuestas
situacionalmente. Estos tipos son equivalentes a los descritos
anteriormente por Donald F. Klein (1993). Las características
fundamentales que los diferencian residen en la forma de inicio y la
presencia (o ausencia) de activadores ambientales.
Inesperadas: No parecen
asociarse a ningún estímulo, ya sea interno (corporal) o externo
(ambiental). Surgen de forma espontánea.
Situacionales: Estos tipos de
crisis tienden a ocurrir en presencia de estímulos perfectamente
identificados (p. ej. al ver un ratón, o estar en presencia de gente
desconocida). Las crisis de angustia situacionales aparecen
con frecuencia asociadas a fobia social o fobia específica,
así como a la ansiedad por separación (Preter y Klein,
2008).
Predispuestas situacionalmente:
Cuando la crisis puede estar más o menos relacionada con una
situación determinada y tiende a ocurrir fuera de casa, aunque no
necesariamente. Una situación determinada puede o no activar la
crisis, y puede también no aparecer inmediatamente con la presencia
del estímulo. También puede relacionarse con otros trastornos como
las fobias, estrés postraumático o ansiedad
generalizada. Una persona con este tipo de crisis, por ejemplo,
tiene probabilidades de sufrirla al abordar un avión, pero a veces
la persona podrá completar su vuelo sin incidentes, o bien, sufrir
una crisis a mitad del viaje.
Es importante hacer notar que existen
estímulos internos (corporales) capaces de activar, por medio del
SNA (sistema nervioso autónomo), una crisis de angustia. Estos
pueden ser: cambios en la temperatura o el ritmo corporal,
ingerir ciertas sustancias (p. ej. cafeína, alcohol,
mariguana, o cocaína), o experimentar ciertas emociones (p.
ej. vergüenza, ira o culpa). Así mismo, también hay estímulos
externos (ambientales) asociados a estas crisis tales como: un
clima extremadamente cálido, cambios de temperatura repentinos,
olores ofensivos muy fuertes, luz muy intensa, falta de ventilación
o ruido exagerado (Dattilio y Salas-Auvert, 2000).
Una
variante de crisis de angustia: Ataques
de pánico nocturnos
Los ataques de pánico pueden surgir
por lo general al rededor de las cuatro primeras horas de sueño, y
se disparan con la misma intensidad que los ataques ocurridos durante
el día. Quienes padecen de un trastorno de angustia (que no
es lo mismo que experimentar un ataque de pánico) tiene más del 65%
de probabilidades de sufrir mas de alguna vez un ataque de pánico
nocturno y un 30 a 45% de este grupo presentan episodios repetidos
durante toda su vida, pero son muy pocos los que experimentan estos
ataques exclusivamente por la noche. No obstante, aquellos que viven
estos ataques nocturnos también tiene más propensión a tener
ataques de mayor intensidad durante el día (Dattilio y Salas-Auvert,
2000).
La persona que experimenta un ataque de
pánico nocturno puede tener un despertar abrupto, seguido de una
fuerte sensación de miedo, palpitaciones, respiración entrecortada,
y todos los síntomas característicos asociados a la crisis de
angustia (a exepción de la disnea, que parece ser más
común en la noche), incluyendo su duración e intensidad. Los
afectados pueden quejarse de insomnio o privación crónica del
sueño, lo que amenaza con incrementar su ansiedad durante el día
y/o desarrollar una conducta de evitación como p. ej.
acostarse muy tarde o intentar no dormir, o dormir sentado, mirando
la TV o solicitando a su cónyuge o familiar que lo vigile mientras
duerme (Instituto del Sueño, feb. 2011).
Otra
variante de crisis de angustia: Ataques
de pánico sin miedo
¿Es posible mostrar los síntomas
característicos de una crisis de angustia sin la experiencia
subjetiva del miedo?
Según un estudio realizado por Beitman
y cols. (1987) doce de los 38 pacientes de cardiología con dolores
en el pecho y un diagnóstico actual de trastorno de angustia
informaron no haber experimentado intenso miedo durante su última
crisis. Tampoco reportaron miedo de morir, pérdida de
control o de volverse loco. El grupo fue diagnosticado
según los criterios del DSM-III(R) como trastorno de angustia
sin miedo (non-fearful panic disorder, o NFPD, por sus siglas en
ingés). El grupo también informó experimentar significativamente
menos fobias, aunque mostró el mismo índice en presencia de
depresión y otras variables de la crisis (no relacionadas al miedo)
(Beitman y cols, 1987).
Algunas personas, por tanto, pueden
presentar los síntomas fisiológicos característicos del
miedo, pero no asociados a emociones en particular como el miedo a
volverse loco o perder el control. Aunque los datos que se reportan
provienen de sujetos pacientes cardíacos, también se han encontrado
casos en universitarios. Kushner y Beitman (1990) sostienen que este
grupo muestra síntomas semejantes a las condiciones propias de las
crisis de angustia convencional, y debería conceptualizarse como un
subtipo de crisis de angustia.
Fuente:
Beitman, B.D, Basha, I.,
Flaker, G., DeRosear, L., Mukerji, V. & Lamberti, J. (1987).
Non-fearful panic disorder: Panic attacks without fear. Behav.
Res. Ther. Vol. 25, No.6, pp. 487-492.
Dattilio, FM y
Salas-Auvert, JA. (2000) Panic disorder.
Assessment and treatment through a wide-angle lens.
Phoenix, AZ: Zeig, Tucker Co.
Neurodiagnos (2011, 8 de
feb). El drama del pánico nocturno.
Instituto del Sueño
(www.institutodelsueno.cl)
Kushner,
M.G. & Beitman, B.D. (1990) Panic attacks without fear: an
overview. Behaviour
Research and Therapy, 28(6):
469-479.
Klein, D.F. (1993) False
suffocation alarms, spontaneus panics, and related conditions: An
integrative hypotesis. Arch Gen Psychiatry,
50, 306-317.
Preter, M. y Klein, D.F
(2008) Panic, suffocation false alarms, separation anxiety and
endogenous opioids. Progress in
Neuro-Psychopharmacology & Biological Psychiatry, 32,
603-312.