Las respuestas fisiológicas,
cognitivas y corporales de la ansiedad son normales en nuestro día a
día. Son respuestas útiles para la adaptación siempre y cuando se
empleen adecuadamente. Las consecuencias negativas aparecen
justamente debido al desequilibrio de estas respuestas
características.
Entonces tenemos que la diferencia
entre ansiedad adaptada y ansiedad patológica consiste en la
frecuencia en que aparecen los episodios (en
ansiedad patológica aparecen episodios reiterados), el
grado de
intensidad de dichos episodios (en la patológica
es alta), y la duración de estos episodios (en la
patológica es prolongada). Las reacciones de una persona
patológicamente ansiosa son exageradas en proporción al estímulo,
y provocan una significativa interferencia sobre las actividades de
la vida diaria.
En términos generales se puede decir
que la ansiedad (no siempre desequilibrada) causa cierto malestar,
una sensación desagradable que algunas personas empiezan a obviar, o
a aceptarlas como parte del diario vivir. Y aunque estas sensaciones
pueden pasar desapercibidas para nuestra conciencia, no es así para
el cuerpo, ya que las resentirá a largo plazo.
Consecuencias
corporales de la ansiedad y el estrés
Las consecuencias
corporales negativas de niveles elevados y duraderos de
ansiedad crean (o pueden crear) una patología médica importante.
Entre las afecciones corporales (que pueden ser innumerables) se
pueden nombrar, dentro de las más conocidas: las úlceras
gastroduodenales, afecciones coronarias,
asma, colitis ulcerosa o
hipertensión arterial entre otras.
Al parecer, la ansiedad y los
niveles elevados de estrés se relacionan con el debilitamiento o
desregulación del sistema inmunológico (Baeza y
cols, 2008).
"Muchos médicos han observado
relaciones entre pérdidas significativas, como la muerte de una
hija, y la enfermedad subsecuente. Esta relación con frecuencia
parece mayor cuando la persona que experimenta la pérdida no puede
expresar las emociones fuertes, por ejemplo, la aflicción que por lo
regular acompaña a las tragedias personales. Los casos como este han
llevado a los investigadores a la hipótesis de que el estrés
que provocan las pérdidas importantes y las separaciones, afectan el
sistema inmune del cuerpo y así contribuyen a que se presenten
enfermedades físicas" Sarason y Sarason, 1996) (las
cursivas son mías).
Abuso
de sustancias psicoactivas
Cuando una persona hace uso de
sustancias psicoactivas (cualquier
sustancia química o sintética que ejerce efecto sobre el SNC) como
el café, el tabaco o alcohol, incluso drogas más fuertes como la
mariguana o ciertos fármacos, puede, en principio, reducir la
ansiedad y tensiones diarias. Estas prácticas no obstante, son
efectivas sólo momentáneamente, alivian las tensiones pero no los
factores que provocan dichas tensiones. En consecuencia, colocan a la
persona en un estado precario y la hacen susceptible a seguir
consumiendo para lograr los mismos efectos sin saber que lo que
realmente está logrando es crear otro problema, el problema de la
adicción, y esto sin siquiera darle solución al primer problema, a
saber, el causante de los estados de ansiedad.
El consumo de drogas también está
asociado a la adolescencia y la búsqueda de identidad (Moral y
Ovejero, 2004). Los adolescentes pasan por períodos de ansiedad que
logran controlar con el consumo de drogas en un ambiente social y
tolerable. Este consumo se asocia a una búsqueda o necesidad de
referente de identidad, es por esto que se establece una asociación
entre el consumo y la reducción momentánea de la ansiedad.
La ansiedad, para un adolescente, se
puede generar a partir del rechazo social o al fracaso de lograr
pertenecer a un grupo. El adolescente puede verse de pronto en un
aislamiento crónico, lo cual a su vez genera inseguridad en sí
mismo y falta de recursos para enfrentar las situaciones temidas,
precipitando un sentimiento de indefensión y creando un círculo
vicioso, y cada vez más marcado, que es alimentado por el consumo
mismo de la droga (Spoor y Williams, 2007).
Depresión
Con respecto a los estados deprimidos,
por lo general un trastorno de ansiedad se presenta primero. Hay
casos en que tanto el trastorno de ansiedad como la depresión se dan
al mismo tiempo, estos casos se conocen como trastorno mixto
ansioso-depresivo, según el DSM (APA, 1995).
Otras
alteraciones
Dormir es necesario
para la salud psíquica. Dormir mal puede afectar las reacciones
inmunitarias así como adaptar mal las respuestas frente al estrés.
El insomnio puede volverse prolongado debido a un estado de ansiedad
crónico.
Comer en exceso o la
carencia en la alimentación son dos actitudes opuestas pero
igualmente asociadas a la ansiedad.
Un trastorno de ansiedad puede muy bien
afectar casi todas las áreas de vida de una persona (no sólo las
mencionadas anteriormente). Así, podemos hablar de problemas
familiares, laborales, sociales,
sexuales, o incluso de ocio, que
pueden verse afectados seriamente por un problema de ansiedad.
A pesar de todo, detenerse en las
consecuencias de la ansiedad mal manejada no tiene mucha
trascendencia. Aunque es importante saber qué nos puede ocurrir, no
es una información de gran ayuda si la comparamos a la que nos dice
cómo podemos solucionar, o incluso prevenir, la aparición o
agravación de un trastorno de ansiedad.
Referencias:
Baeza Villarroel, J.C., Fort,
G.B. y Cano, N.G. (2008) Higiene y prevención de la ansiedad. Edi.
Díaz de Santos.
España.
Sarason, I.G. y Sarason, B.R.
(1996). Psicopatología anormal: El problema de la conducta
inadaptada. Prentice
Hall, 7ma, ed.
Mexico, pp. 66-67.