Ansiedad: Una emoción compleja

Algunas personas buscan a propósito situaciones de peligro
 para experimentar los síntomas propios de la ansiedad.

Tanto el miedo como la ansiedad son las emociones más conocidas de la humanidad a lo largo de la historia y en todos los lugares y culturas del mundo. Estas emociones también aparecen a lo largo de todo el desarrollo de una persona: desde la experiencia prenatal, pasando por la separación materna, hasta las complejas expresiones y trastornos de la etapa adulta.


Aunque la palabra ansiedad se emplea mucho en psicología, también se usa en el lenguaje coloquial, y no siempre quiere decir lo mismo. Por ejemplo, unos pueden entenderla como un motivo para actuar en favor de, otros, como un impulso o una respuesta ante un estímulo aversivo; otros más la emplean para hacer referencia a un rasgo de personalidad, o como un síntoma o conjunto de síntomas.

Según Carroll Izard (1991) la ansiedad es un patrón complejo de emociones y no un fenómeno unitario. En otras palabras, la ansiedad es una emoción “compuesta” por otras emociones más básicas como el miedo, la tristeza, la culpa, la ira, el asco o la vergüenza. En este sentido, por lo tanto, se puede afirmar que la ansiedad es más un estado de humor generalizado que una emoción básica. Sin embargo, por lo general se le asocia al miedo, porque el miedo es, además, una de las emociones más primitivas del ser humano, al cual se le suma la ira, y que ambas (ira y miedo) se disparan en una situación de peligro o amenaza, que es la forma más característica en que se hace presente la ansiedad, y que también se refiere a la forma más conocida de respuesta de ataque-huida a la cual se hace referencia cuando se habla de un “estado de ansiedad”.

Este estado de ansiedad, como emoción compuesta, también tiene un componente cognitivo, a saber, la forma en que se identifica e interpreta una situación de peligro o amenaza. Así mismo, también cuenta con componentes corporales o fisiológicos, como por ejemplo, la respuesta que genera el sistema nervioso periférico ante un estímulo aversivo (susto, miedo, ira, etc.). El componente motor de los músculos obedece también a las señales nerviosas, ya que todo el sistema se dispara al mismo tiempo y actúa en conjunto, guardando cierta armonía.

Se puede decir que, si bien el miedo está presente en todos los tipos de ansiedad, conformará siempre una combinación con la situación específica. Así, por ejemplo, el sentir asco ante una araña implica ya no sólo el sentimiento de asco, sino también el miedo relacionado a su mordedura. Por lo tanto, una fobia a las arañas se explicaría como una emoción combinada de miedo y asco. Lo mismo sucedería con una idea obsesiva de culpa, que en su defecto sería una emoción combinada de miedo y culpa. En todo caso, el miedo es la emoción protagonista, siempre presente en mayor o menor medida en todas las situaciones que se de un estado de ansiedad.

El punto de vista funcional

Desde el punto de vista funcional, la ansiedad es un mecanismo importante de supervivencia. La función que tiene es de movilizar al organismo para atacar o emprender la huida. Una reacción fundamental, y biológicamente estructurada, que tiene como fin adaptar a la persona a situaciones de peligro o amenaza. Las reacciones que se disparan por la activación fisiológica de los sentidos van en función de “salvar el propio pellejo”. Por ejemplo, un auto al que no vemos venir cuando cruzamos la calle, un sonido fuerte que puede avisar del peligro inminente, cuando tiembla la tierra, cuando suena una alarma de incendio, cuando vamos como copilotos en un auto que corre a gran velocidad, o cuando nos encontramos frente a un animal peligroso que puede incluso matarnos como la mordedura de una serpiente venenosa. Todos sabemos lo que es llevarse un buen susto o permanecer en alerta ante la sensación de amenaza o ante la sensación de incontrolabilidad.

La cuestión con los trastornos de ansiedad tiene que ver más con este tipo de sensaciones (normales) en situaciones que realmente no las requieren (imaginarias). Las situaciones de angustia o amenaza, por lo general, pasan rápido y se presentan en contadas ocasiones. Una persona con un trastorno de ansiedad, en cambio, experimenta estas situaciones de angustia todo el tiempo y sin motivo aparente. Esto se diferencia claramente de aquellas personas que, a propósito, buscan el peligro y la sensación que provoca la adrenalina en sus cuerpos. Personas que buscan sensaciones fuertes en prácticas deportivas como el rappel, carrera de autos o paracaidismo, así como en sensaciones visuales como el ver películas de miedo o de acción. Fuera de estos casos, las sensaciones y respuestas de ansiedad ante el peligro o lo incontrolable son normales en cualquier individuo, unos más, otros menos.

Para concluir, diré que la ansiedad, como concepto y como evento de la vida, denota un complejo sistema que involucra tanto aspectos psicológicos (emociones, cogniciones), fisiológicos (reacciones químicas en el sistema nervioso) y de comportamiento (movimiento de músculos) que se organizan de tal forma que pueden representar una ventaja o un problema para la persona que los experimenta, dependiendo de en qué situaciones surjan y cómo pueden ser motivados.

Referencias:


Izard, C. (1991) La psicología de la emoción. New York: Plenum Press.